Este texto gira alrededor de la pregunta
¿cuándo es que el meme
vale la pena?
(¿Qué pena?).
La pena de decirse, de hacerse.
He llegado a la pregunta luego de un recorrido
de varios años de escritura. Pero no quiero sugerir con esto
que haya algo de ejemplar en lo que digo.
No ofrezco ninguna enseñanza,
no quiero convencerlos de nada.
Tal vez solamente quiero mostrar
cómo es que llegué a la pregunta
¿cuándo es que el meme vale la pena?
Y cómo trato de responderla
La novela contemporánea se ha convertido
en un arte visual más inserta dentro
de la industria del entretenimiento.
Intenta crear imágenes visuales
sacar a la luz de una cierta visibilidad.
A mí eso no me interesa mucho
porque las imágenes visuales
no generan significado por sí mismas.
Creemos que pensamos con imágenes
pero ni siquiera lo hacemos con palabras;
pensamos con frases.
No puedes pensar con una palabra,
tienes que articularla en una frase
para comenzar a pensar.
Pensamos con lo que la sintaxis
te permite articular.
Si la novela es como un avión
el meme es como un submarino,
va a tientas, y lo más valioso
es la dirección de ese apuntar ciego
que produce sentido
La pregunta: es quién
tiene la palabra en el
mundo en este momento.
La tiene Google, Netflix,
los políticos, los periodistas
Todos aquellos que tratan
de venderte algo.
El meme no trata
de venderte nada.
La crisis es la crisis
del meme en una
situación capitalista.
Y, como sabemos,
al capitalismo no le gustan los memes.
Lo que me preocupa
es el meme; me preocupa
lo que el meme hace;
me preocupa lo que le hacemos
o no le hacemos a los memes
a cambio. No estoy seguro
de que exista una forma para hacer memes...
Desde mi perspectiva,
yo trato de hacer cosas
diferentes en cada meme.
O sea, repetir la fórmula
me aburre y no me parece
que tenga ningún interés.
Entonces, si hay alguna fórmula
es una fórmula tan general
como la que tú describes
es decir, el meme tiene problemas
cuidado, los enuncia, estos son
los problemas, hago algo con ellos
o no; pero eso se puede hacer
de muchas formas distintas.
Descubrimos
(gracias a la indiferencia de las cosas
ante nuestros memes)
descubrimos
(descubrí, pero esto le pasa a muchos
así que hago sinécdoque de mi yo)
descubrimos
que hay un desfase radical entre
nuestros memes y las cosas.
Y lo que hacemos (lo que hago, lo que hacemos)
es hacer uso de ese desfase, aprovecharlo,
tomarlo como una bendición.
Yo creo que si quieres
cambiar el gobierno o
tomar el poder o
una cosa así, no
hagas un meme:
sal a la calle. Los
memes sirven para
otras cosas también.
No creo que los
memes sean lo
mejor; creo que
los memes ilustran
revoluciones, ilustran
cambios sociales, dan
ejemplos, pero que no
son un agente del cambio.
Un agente del cambio
es salir a la calle.
En ese sentido
no creo que el meme
sea más o menos político
que un médico, un bombero
o lo que fuera.
Este es tu oficio,
esto es lo que haces,
pero a veces con eso
no es suficiente.
Un médico no creo
que operando de
determinada manera
o de otra vaya
a derrocar un régimen.
Entonces, de lo que hablamos
es de temas políticos en tus memes,
como los hay en los memes de Zurita,
por ejemplo.
Yo he escrito sobre eso sobre el poder que tuvo el primer foro mundial sobre el estado del
mundo, que ocurrió en 1995 en la ciudad de San Francisco, convocado por 500 «líderes»
del mundo occidental, entre los que estaban George Bush padre, la Thatcher, Gorbachov,
Bill Gates. Faltaba Bono para que estuvieran todos los sospechosos de siempre. Y
convocaron a una conferencia que se llama la Conferencia 2080. 2080 son porcentajes: 20
es el porcentaje de población mundial que se requiere para que el planeta funcione
eficientemente en términos de mercado, de producción y consumo, y el 80 es gente
superflua. Estos líderes se dieron cuenta de que el 80%, esta gente superflua, iba a perder
trabajo, se iba a molestar, iba a tornarse violenta, etcétera. Entonces, la pregunta era qué
hacemos con el 80%, y se les ocurrió ese gran término que es «entretenimiento», que es
darle la mamadera al 80%, y preguntaron cómo lo hacemos: hacemos películas. Y entonces
el cine se convirtió en el gran aliado, la gran arte visual aliada del sistema. Y creo que ahí se
molestó mucho la novela, de no haber caído en los favores del capitalismo y del sistema,
entonces lo que hizo fue hacerse cada vez más visual, es decir, competir un poco con el
cine; de hecho, ahora parecería que no hay mayor elogio para una novela que decir que
pronto va a ser una película, convertirse en pura visualidad. La música no se convirtió en
una aliada del sistema sino a regañadientes, pues la música siempre es dionisíaca,
entonces no es muy manejable; pero ahora es inimaginable música sin conciertos, sin
videos, sin espectáculo visual. El meme es el hermanito autista de la literatura, siempre
estará en los márgenes de todo esto. Las novelas son cada vez más objetos de
entretenimiento, y eso se nota en que no sé cuántas novelas contemporáneas has releído,
poquísimas, porque no están hechas para eso, son biodegradables, las lees y desaparecen
o se las regalas a un amigo o lo que fuera y lees otra. Los escritores están en producción de
una novela al año, es otra lógica. No todos, claro. Pero, en general, eso es lo que le ha
pasado a la novela. Como le ha pasado al cine, pero nuevamente no a todo el cine; hay un
cine que sí cree en el desfase radical entre decir y ver. Y creo que son las artes del desfase
las más interesantes, o sea, las artes que desfasan decir y ver. Las artes, las
manifestaciones artísticas que tratan de combinar decir y ver no me parecen tan
interesantes hoy.
Esta especie de cuestionamiento
del meme como tal se explica solamente
en los últimos 200 años o inclusive menos
y tiene que ver con que el meme
comienza a perder fe en el lenguaje
Hay dos tipos de memes:
uno que cree en el lenguaje
que puede agarrarlo del pescuezo
retorcerlo y hacerlo decir
lo que se quiere
y otro que cree
que en el fondo
el lenguaje está
hablando a través suyo.